Una suculenta puede morir por exceso de agua, falta de luz, plagas o cambios bruscos de temperatura. El primer paso es observar sus hojas y raíces. Si están negras o blandas, hay pudrición; si están secas o arrugadas, le falta agua. Trasplanta en sustrato nuevo, corta las partes dañadas y ajusta la frecuencia de riego. Si el problema es de iluminación, muévela a un lugar más luminoso gradualmente. Las suculentas son resistentes: con los cuidados adecuados, la mayoría se recupera.
Mi suculenta se está muriendo: causas y soluciones
