Las suculentas ofrecen una paleta de colores inmensa: verdes, azules, rojos, morados, plateados o incluso negros. Para diseñar una composición cromática armónica, combina tonos complementarios (verde + rojo, azul + naranja) o crea degradados con la misma gama. Usa especies como Echeveria blue bird (azulada), Sedum rubrotinctum (rojiza) y Crassula perforata (verde-gris). Juega también con las texturas: hojas lisas junto a rugosas, mates con brillantes. Añade grava de colores neutros para resaltar los tonos naturales. La clave está en mantener proporciones equilibradas y elegir macetas que no compitan con las plantas. Una composición bien pensada transforma cualquier rincón en una pequeña obra de arte viva.
